jueves, 23 de abril de 2009

Selección final








Después de las idas y venidas, de bajadas y subidas al sótano, creo haber llegado a la selección final de fotografías. Durante el trabajo, me di cuenta de que ese lugar no era fácil de describir, parecía ser más de lo mismo. Pero la sensación que a mi me daba cada vez que baja no era más de lo mismo, si bien era un sótano, no me parecía que era un sótano como cualqueir otro, era EL sótano. Insistí hasta encontrarle lo que yo podía ver en ese lugar, creo que una de las cosas que más me ayudo fue la iluminación, le presté mucha antención y con ella pude hacer de ese lugar algo más interesante. Jugué con lo que me dejaba ver esa luz y también con lo que no dejaba ver, la oscuridad tiene el mismo protagonismo en cada foto, si no no sería lo que yo ví. Por lo menos me ayudó a poder mostrar eso que yo veía, ese aislamiento, lo aturdido del fin del mundo, una mezcla entre paz y espera eterna. El laberinto.

miércoles, 22 de abril de 2009

Escondite



El lugar como aislamiento. De todo. Sofocante, agobiante. Pero seguro. Laberinto que a la vez funciona como escondite. Escondite para la salvación.

lunes, 20 de abril de 2009

domingo, 12 de abril de 2009

viernes, 3 de abril de 2009

Ómnibus // Julio Cortázar

Éste es un extracto de un cuento de Cortázar, de la selección Bestiario. Leí este libro hace algunos años atrás, y cuando nos propusieron buscar un pasaje literario que expresara la sensación que queríamos comunicar con nuestras imagenes me vino directamente a la cabeza. Me parece que todos los cuentos de ese libro tienen las mismas sensaciones en común y de alguna manera a mi me generan sentimientos apocalipticos, por así decirlo.
Aunque más que nada lo que busco con mis imagenes es crear un ambiente de paranoia, de aislamiento, de caos, de algo que no podemos explicar pero que sentimos y nos desespera. Y bueno esas son algunas de las sensaciones que me dan al leer éste cuento.



"Un aire verde y claro flotaba en el coche, vieron el rosa viejo del Museo, la nueva Facultad de Derecho, y el 168 aceleró todavía más en Leandro N. Alem, como rabioso por llegar. Dos veces lo detuvo algún polícia de tráfico, y dos veces quiso el conductor tirarse contra ellos; a la segunda, el guarda se le puso por delante negándose con rabia, como si le doliera. Clara sentía subírsele las rodillas hasta el pecho, y las manos de su compañero la desertaron bruscamente y se cubrieron de huesos salientes, de venas rígidas. Clara no había visto jamás el paso viril de la mano al puño, contempló esos objetos macizos con una humilde confianza casi perdida bajo el terror. Y hablaban todo el tiempo de los viajes, de las colas que hay que hacer en Plaza de Mayo, de la grosería de la gente, de la paciencia. Después callaron, mirando el paredón ferroviario, y su compañero sacó la billetera, la estuvo revisando muy serio, temblándole un poco los dedos.


—Falta apenas —dijo clara, enderezándose—. Ya llegamos.
—Sí. Mire, cuando doble en Retiro, nos levantamos rápido para bajar.
—Bueno. Cuando esté al lado de la plaza.
—Eso es. La parada queda más acá de la torre de los Ingleses. Usted baja primero.
—Oh, es lo mismo.
—No, yo me quedaré atrás por cualquier cosa. Apenas doblemos yo me paro y le doy paso. Usted tiene que levantarse rápido y bajar un escalón de la puerta; entonces yo me pongo atrás.
—Bueno, gracias —dijo Clara mirándolo emocionada, y se concentraron en el plan, estudiando la ubicación de sus piernas, los espacios a cubrir. Vieron que el 168 tendría paso libre en la esquina de la plaza; temblándole los vidrios y a punto de embestir el cordón de la plaza, tomó el viraje a toda carrera. El pasajero saltó del asiento hacia adelante, y detrás de él pasó veloz Clara, tirándose escalón abajo mientras él se volvía y la ocultaba con su cuerpo. Clara miraba la puerta, las tiras de goma negra y los rectángulos de sucio vidrio; no quería ver otra cosa y temblaba horriblemente. Sintió en el pelo el jadeo de su compañero, los arrojó a un lado la frenada brutal, y en el mismo momento en que la puerta se abría el conductor corrió por el pasillo con las manos tendidas. Clara saltaba ya a la plaza, y cuando se volvió su compañero saltaba también y la puerta bufó al cerrarse. Las gomas negras apresaron una mano del conductor, sus dedos rígidos y blancos. Clara vio a través de las ventanillas que el guarda se había echado sobre el volante para alcanzar la palanca que cerraba la puerta.


Él la tomó del brazo y caminaron rápidamente por la plaza llena de chicos y vendedores de helados. No se dijeron nada, pero temblaban como de felicidad y sin mirarse."

Comentario sobre Tríptico.

La clase anterior nos dieron la consigna de encontrar un lugar en la FADU, y realizar una descripción de ese lugar. Pero las imagenes no podian remitirse a la facultad, es decir, que nadie tenía que poder identificar características de la facultad o darse cuenta que ese lugar formaba parte de la FADU. En mi caso no creo haber llegado a describir un lugar, las fotos publicadas abajo pertenecen a un mismo lugar de la facultad, pero no se alcanza a verlas como un conjunto. Más bien las imagenes funcionan de manera independiente.

Tríptico



Refugio I // terraza